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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Steam-Punk (parte uno de tres)

Atractiva. Provocativa. Sus pasos derriten el asfalto. Sus caderas provocan remolinos de viento tan poderosos que se llevan por delante la mirada de los hombres y mujeres a su alrededor. Va a compás de la más caliente melodía jamás escrita. Sus ojos se fijan en cada rincón de tu cuerpo con solo pasarte por encima, te sientes poseído por ella, por su encanto natural y lo peor de todo es, que no quieres escapar.
Sigue caminando hacia una esquina y se adentra en un bar de mala muerte, parece que busca algo, pero en vez de detenerse ante todos los que la miran de arriba abajo preguntándose qué hace una mujer como esa en un local de copas hasta arriba de gente, a la que seguramente las neuronas le han dejado de funcionar por la cantidad de alcohol en sus venas, va hacia el escenario contemplando a la banda que toca una lenta balada. Sonríe para sí y empieza a moverse. Uno, dos, tres... marca el ritmo cada vez mas rápido con pasos sofocantes para la mente y la banda la acompaña, no lucha contra ello, más rápido, y las miradas se clavan en su pecho mientras un par de botones se desabrochan como si necesitasen salir corriendo y liberarse de la gran presión que han de sostener.
El contrabajo eléctrico bombea cada nota por los gigantes altavoces colocados de forma estratégica en la sala, la batería parece reir al tener que subir el tempo, haciendo caso omiso a su cordura mientras la guitarra y el saxofón siguen con una melodía alegre, sensual, de preguntas y respuestas y cada vez más gente se levanta comenzando a bailar al compás.
Ella sigue moviéndose sola, cierra sus ojos, parece que vuele con cada uno de sus contoneos y no le preocupa lo que puedan pensar, sabe que es sexy, sabe que puede provocar celos, y le gusta. Se siente perfecta cuando la música sigue su propio control. La vuelve loca cuando el Dj mezcla sus bases con una vieja máquina de vinilos y un computador Kr-32C, de los más avanzados, haciendo que un sonido brillante se incruste en cada poro de tu piel erizando tus sentidos.
Un hombre está en la barra con una copa de absenta negra en la mano derecha, vestido de esmoquin camisa blanca y típica corbata negra, la observa con detenimiento y una pequeña sonrisa amable en su rostro. La admira entera, cada palmo de ella, preguntándose casi de forma inquisidora así mismo:
-Pero...¿Y quién será esa mujer?


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Problemas de transmisión

Al recuperar la consciencia me encontré suspendida bocabajo, con la visión distorsionada mirando hacia un suelo manchado de un liquido rojizo. Me asusté al darme cuenta de mi situación aunque sin recordar como había llegado hasta ese punto.
Me dolía todo de tal manera, que cada movimiento de mi propio cuerpo al balancearse me provocaba ganas de aullar de dolor. Tardé bastante tiempo antes de ponerme a visualizar mi entorno con detenimiento y cuando lo tuve todo más o menos ''controlado'' intente desenganchar mi bota del trozo de hierro saliente, pero no pude calcular el espacio entre el suelo y mi posición, no parecía muy alejado pero tampoco iba a ser una caída bonita. Al soltarse la bota, hizo un pequeño ruido, como cuando se rompe la tela de unos pantalones tejanos y caí, dándome con el hombro derecho contra el hormigón. Me quedé ahí, el dolor no me permitía moverme y mis ojos miraban a mi alrededor observando como el suelo estaba teñido de rojo algunos centímetros mas allá de mi cabeza. Sentí como poco a poco el dolor me adormecía el hombro así, que aproveché para levantarme con sumo cuidado y para ello, tarde bastantes minutos más. 
La luz no pasaba apenas por la boca de la alcantarilla y el frío allí abajo era bastante notable a pesar de ir con una chaqueta, me estremecí y hablé para mi misma.
-Si al menos tuviese un plano de las alcantarillas, sabría por donde debo ir... ahora no puedo ni subir y obvio que ya estoy todo lo abajo que podría llegar.
Me detuve pensando atendiendo a la corriente de las aguas residuales, era extraño, no seguían varias direcciones si no que parecía que iban hacía un mismo lugar viniese de donde viniese. 
-Quizás lo mejor que puedo hacer es seguir la corriente... digo yo, que a pesar de que las depuradoras ya no estén en funcionamiento en esta ciudad por la puesta en marcha de los nuevos modelos individuales, este agua debe de ir a algún sitio... quizás tenga suerte y encuentre pronto alguna vía de escape...
Suspiré con tristeza intentando no perder la confianza en que las viejas rutas seguían operativas pese a todo y caminé hacia lo que parecía abajo, siguiendo la corriente.


*****
(Mientras tanto en otro lugar de la ciudad de Detroit.)
Apartamento de Chrisla Stevs con número de identificación: 0571184M, 7:48pm, a 20Km del barrio bajo este de Detroit.
Chrisla se levantó de su cama después de haber pasado toda la noche en vela intentando terminar a tiempo un trabajo para la universidad de ciencias. Se había acostado a eso de las dos de la tarde y apenas había conseguido dormir bien un par de horas ya que las constantes pesadillas la estaban acosando cada vez que se le ocurría cerrar los ojos. 
Antes, de pequeña, estaba acostumbrada, pero desde que se fue a vivir al nuevo distrito por orden de sus padres, parecía que cada vez estuviese peor.
No comía en paz porque algunas de sus visiones la quitaban el hambre, y su amiga Karen no se extrañaba, algunas de las que le había contado eran cuanto menos desagradables. 
Unos minutos mas tarde se levantó del todo vistiendo una camisa de tirantes blanca y unos tejanos rojos, caminando descalza para bajar las escaleras de caracol hasta la cocina. Toda la casa estaba perfectamente amueblada y acondicionada aunque el calor, por no haber encendido el aire, en esa parte de la ciudad era sofocante al máximo ella prefería no poner el aire frío; según ella solo consumía mas electricidad en un mundo que abusaba constantemente de ella para absolutamente todo.
-Un puticlub tiene mas gasto de luz que el propio ayuntamiento de la ciudad. - Esto siempre lo decía cuando alguna de sus amigas iba a su casa y le sacaba el tema del aire acondicionado.
No era una chica demasiado amable, siempre iba a su ritmo y no dependía de nadie. Ni coche, ni televisor ni radio, apenas sobrevivía con un viejo aparato de música Mp5. Era de ese tipo de chicas que hasta que no las conoces bien, no sabes si van a darte un estufido o un abrazo.
Por lo físico... bueno, nadie tenía queja de ella, alegraba bastante la vista según sus compañeros de clase. Chica de pelo largo y de color morado y flequillo azul, tres pendientes en su oreja izquierda. Cara ovalada, perfecta con nariz proporcionada y ojos grandes grises. Labios rosados carnosos y definidos, piel morena con tonos dorados. Metro cincuenta y ocho apróximadamente y delgada aunque su fuerza no la discutía ningún chico de la universidad.
Estaba preparándose un café después de haberse mirado en el espejo del pasillo en la cocina, situada en el extremo derecho de la casa, cuando llamaron a su teléfono.
-Chris? - Una voz de mujer mayor sonaba al otro extremo de la linea con un tono amable pero lineal.
-Buenas tardes Margaret... iba para clase pero me entretuve con... 
-No importa eso. Chris, ¿te das cuenta de la suma de faltas que llevas desde hace dos meses hasta el día de hoy?
Intenté responder con toda la naturalidad de la que fui capaz aunque seguramente de haber tenido un cuchillo a mano podría haberse cortado su mal humor con el.
-Es algo puntual y lo sabes. No volverá a pasar yo...
- ¿Cómo le explico al director que esto es algo puntual Chris? Me estoy dejando mi tiempo y mi dinero para que tu exposición en la feria de eventos tecnológicos tenga un beneficio ''simbólico'' y tu me pagas faltando los días en los que más te necesito. Pero no quiero ninguna explicación ya sabes que tu vida es tuya y lo que hagas en tu tiempo libre no me interesa lo más mínimo, tan solo termina tu trabajo para la semana que viene y trae tu PDÜ para que pueda comprobar cuales son las faltas que podemos justificar. 


La linea se cerró tras las últimas palabras de Margaret. Ella era la subdirectora de producción en la feria anual de eventos tecnológicos: la F.A.E.T
Hacía meses que estaba subvencionando los proyectos tan costosos que estaba llevando acabo en su universidad pero pese a todo, no conseguía unos resultado estables en sus proyectos últimamente, sus amigas decían que era por el estrés al que estaba sometida y las pesadillas.Un problema de ''transmisión'' temporal de sus neuronas. Su conciencia también quería pensar en algo así, pero desde hacía días que solamente pensaba que no servia para las ciencias.
-Quizás deba volver con mi padre a Miami... después de todo allí al menos vería la luz del sol más de lo que estoy haciendo en esta estúpida ciudad. 
Rebufó y dio un largo trago a su café solo, dirigiéndose al segundo piso de nuevo, volviendo al trabajo una vez más. 


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Fallo de cálculos

Quedé divagando en mis pensamientos gran parte de la mañana. Después de hacer algunos recados en las tiendas cercanas a mi casa pensé en echar una visita a la fábrica de la ciudad vieja, a unos diez kilómetros. Me despedí de Eloisa con un beso en la mejilla y recogí las cosas de mi cuarto que me serían necesarias para el largo viaje, en realidad, poco tenía que llevarme, pero siempre me gustaba ir acompañada de mi pequeña UCP. Era una pequeña pistola modificada por mi al que le añadí un sistema de liberación de protones que cabía en el interior de mi bota derecha, me hacía sentir algo más segura por esas calles tan oscuras por las que frecuentaba.
Después de cerrar la puerta de casa tras de mi y comprobar que todo estaba en orden a mi alrededor observando a un lado y a otro, suspiré y comencé a caminar calle abajo colocando cuidadosamente los cables de mi Mpm8 en mi chaqueta, esta era un tanto especial; había tardado casi tres años en conseguirla pese a que estaba hecha con restos de materiales que las empresas de electrónica no deseaban o no les servían mucho mas que para timar a alguien puesto que salían defectuosos. Conseguí programar los circuitos de mi chaqueta para poder cargar mi Mpm8 conforme caminaba por la calle usando la energía electro-estática, algo realmente básico, lo sé, pero tampoco tiene mucha más historia si lo que quieres es escuchar Drum And Bass todo el día, basta con un cargador, el aparato en sí, y unos auriculares.
Pasaba las calles una tras otra y yo continuaba recto hacia la fábrica. Se decía que había pertenecido a uno de los más ricos productores de armas de todo el estado de la antigua Detroit y que actualmente se escondía de la mafia en Chicago junto con su familia. Lo más increíble de este tío, es que no solamente hacía tratos con la mafia creyendo que podría sacarles el dinero, si no que se atrevió a negociar con altos cargos de la ciudad como el ex-jefe de policía James Harnt y que, por cierto, ahora esta pudriéndose en una cárcel, regalando armas a diestro y siniestro por cada mil millones de dólares que recibía de los pagos a hacienda durante los años 1995 hasta el 2000. No puedes ser asquerosamente rico en esta ciudad y seguir vivo para contarlo durante más de quince días.
Continué pensando en la historia de este tipejo mientras que sin darme cuenta, llegué a su fábrica. Una construcción casi derruida por completo de una altura similar a veinte pisos, con ocho torres repartidas en sectores de lo que posiblemente serían las cadenas de producción de las diferentes armas. Una enorme puerta metálica que, por aquel entonces, sería blindada digo yo, porque hoy en día se puede apreciar a simple vista que esta totalmente destartalada y que los tipos de metales usados para la supuesta protección del interior, eran tan frágiles ahora como una copa de vino.
Había empezado a anochecer así que, encendí una linterna típica para alumbrar el suelo de mármol. Aquello era asqueroso. Abrí la puerta aguantando el estruendo que hacía y que resonaba por todo el interior del lugar provocando en mi espina extraños escalofríos, era muy cierto que aquel lugar era propiedad del estado y que si me pillaban ya podía correr para que no me confiscaran mi chip de identificación.
Cada paso que daba me daba la impresión de que alguien me observaba con detenimiento esperando al momento oportuno para abalanzarse sobre mí y degollarme. Pero sin yo saberlo, eso no era lo que más debía preocuparme.
Al cabo de un buen rato explorando una de las inmensas habitaciones hechas trizas y hasta arriba de polvo, comencé a escuchar los ruidos de pequeñas patitas metálicas que correteaban cerca de mi posición. Sin dudarlo saqué mi pistola y apunté como mejor pude hacia una de las esquinas desde donde provenían. No había nada.
Continué avanzando cuando de repente, me detuvo un gran golpe como el choque entre trenes, y acto seguido un enorme flash que cubrió con su luz toda la sala me dejó ciega por unos segundos.
-¡Mierda! - Maldije pensando que esa luz provendría de algún policía tomando una foto para la ficha que me mandaría al cuartelillo por pisar suelo protegido.
En cuanto visualicé la puerta de salida corrí a toda prisa sacando mi pistola. Se encendió una pequeña luz amarilla en el lado izquierdo de esta, lo que significaba que estaba lista para disparar, aunque preferí esperar a que ellos lo hiciesen primero si era necesario, lo que estaba claro, es que no me iba a detener.
Al salir me detuve extrañada de que no me hubiesen seguido y toqué con mis dedos delicadamente la obertura en mi espalda, comprobando que mi chip de identificación aún seguía incrustado dentro de mi espina dorsal.
Giré despacio mirando en el interior del edificio cuando de repente, una gran masa de titanio casi tan grande como desde el suelo al quinto piso de un edificio normal se abalanzó sobre la puerta destrozándola y haciendo de lo derruido, amasijos de piedra y metal oxidado. Jamás me había sentido tan jodidamente asustada. Sentí como mi sangre parecía helarse en mis venas y supe que mi pistola no me serviría de nada ante una bestia así. Comencé a correr tanto como pude buscando cualquier rincón que me sirviese de escondrijo y recé porque no me persiguiese, pero no fue así. Tuve que hacer grandes esfuerzos para que mi corazón no se desbocara y se saliese de mi pecho, el terror me tenía totalmente desorientada y en cuanto vi una tapa del viejo alcantarillado de la ciudad no me lo pensé, saltando dentro con tan mala suerte de que llegue a caer con un pie en la orilla de hormigón y el otro enganchó en un hierro que colgaba de la vieja y casi inexistente escalerilla, haciendo que me golpease fuertemente la cabeza contra la pared justo antes de que el tunel se abriese por completo dando a la alcantarilla en sí.

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domingo, 13 de noviembre de 2011

Niebla y contacto.

- ¡Buenos días! Es hora de levantarse mi pequeña... ¡hoy es tu cumpleaños! y hay muchos preparativos que hacer.-
Una mujer de aspecto mayor y pelo ligeramente canoso entro en la cuchambrosa habitación con alegría y desbordante ánimo, algo que a mi cuerpo le faltaba en grandes cantidades.
Al correr las cortinas pequeños rayos de sol entraron dandome de lleno en la cara obligándome a levantarme refunfuñando:
- ¿Qué más da? Eloisa... sólamente es un año más, diecinueve preciosos años de prosperidad y abundancia... - No solía ser tan sarcástica pero esta vez me salió solo.
Me devolvió una pequeña sonrisa jovial que le iluminó el rostro. Sus cabellos gris perlado por la edad se iluminaron con los débiles puntos de luz que conseguían pasar por entre los colosales edificios a lo lejos de la casa, y que tapaban toda posible vista, mas allá de cuatro calles. Esa vista de pequeños oyuelos al rededor de la comisura de sus labios finos rosados me cautivaban cada día. Salió de allí sin mediar palabra y con paso grácil cerrando una puerta de madera carcomida que chirrió estrepitósamente.
Me acerqué a la ventana para observar lo que rodeaba mi existencia entre esas cuatro paredes. Miré de un lado a otro contemplando la vieja carretera por la que apenas circulaban aún los ''B-SHARK-43''. Esos aparatos habían costado millones de créditos a mis antepasados, y por culpa de la ambición de esta sociedad, quedaron como simples máquinas voladoras de precio especial para la clase mas baja. Supuestamente son uno de los más seguros de su categoría, aleación de titanio, propulsores de la serie 30-OG... de lo mejor y lo más veloz, aunque teniendo en cuenta que la posibilidad de un fallo en los sistemas, es de un ochenta y cinco porciento, da que pensar sobre en que diablos se han estado gastando el dinero los alcaldes y apadrinados de esta estúpida ciudad. Continué observando la calle y vi como tres hombres sacudían a dos mujeres mientras les robaban el bolso y salian hacia la calle principal con total tranquilidad.
Desde luego era habitual ver robos, secuestros, extorsión, tráfico de LsD HiPeC o XTrek(además de otras drogas varias y menos mortales) y también de elementos biomecánicos expuestos en tiendas ilegales y con unos precios desorbitados. Abusos policiales era lo de menos, nisiquiera se atrevían a caminar en bandas menores de doce monos armados hasta los dientes.
-Parece que este barrio esté alejado de la mano de Dios... nadie es mucho más que un fajo de billetes para nadie, no se respeta ni una sola ley... -Miré las cuatro geringuillas usadas en la mesita de metal a medio oxidar - empezando por mí...
Me vestí con unos pantalones de vinilo negros, una camiseta ajustada blanca a rayas negras gruesas, y unas botas semi-metálicas de la marca T, baratas pero cómodas, por dentro estaban forradas de un material resistente pero blando lo que hacia que no apretasen tanto. Me gustaban muchisimo ese tipo de calzados, siempre que podia me compraba un par de diferentes materiales y colores, antes de que muriese, a mi madre le sacaba de quicio que gastase mi dinero en ese tipo de tonterias.
Bajé a la cocina y sin detenerme a mirarla, pues al igual que el resto de la casa parecía que se iba a caer a pedazos, recogí las bolsas de basura color marrón y camine lentamente por el pasillo hasta la puerta de metal que daba a la calle. Nada de esa casa concordaba, algo de metal por aquí, algo de madera por allá... pero era todo lo que teníamos y dábamos gracias por ello. Cerré la puerta trás de mí y alze mi vista al cielo viendo la espesa niebla que producía el humo de las fábricas cercanas haciendo un mohín.
-Sí... feliz cumpleaños Rivah...



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